Patakí

Érase una vez, Yemaya estaba sentado sola en su casa cerca del río. De repente, Ochún corrió en la habitación. ”¡Chica! ¿Escuchaste?” Ochún dijo. 

“¿Escuchar que?” Yemaya preguntó. 

“¡¿Todos los novios?!" 

“¿Qué?” 

“¡Eleggua dijo tus seis novios dejarte por otra mujer!”  
 
“¡¿Como?!”  

Yemaya corrió en busca de Eleggua. Ella buscó días tras días. Finalmente, ella lo encontró         en una encrucijada. “¡Señor Eleggua!” Yemaya gritó furiosamente. “¿Qué estás diciendo sobre mi?”

Eleggua se rió. “¿Qué?” Yemaya lo miró fijamente serio.

“¡Sé lo que dijiste!” Yemaya dijo en agitada. 

“¿Sobre?”

Ella suspiró. “Sobre mis novios.” 
 
“No es incorrecto,” Eleggua sonrió. Yemaya jadeó y insultado la salud de la mamá de Eleggua. Eleggua dio un grito ahogado. 

“¡El número de novios tienes es más que mis números sumados!” Eleggua gritó en represalias.

“¡¿Qué dijiste?!”

De repente, Obatalá llegó en sus ropa blanca y estuvo de pie entre ellos. Yemaya y Eleggua pararon inmediatamente y lo miraron. Obatalá los miró con desdén.

“¡Paró! ¿Qué estás haciendo?” Obatalá demandó. Eleggua y Yemaya no dijeron nada. Obatalá suspiró y les dijo que lo siguieran. Los llevó a sus casa en las montañas. En su casa, Obatalá hizo Eleggua y Yemaya hablaron de sus problemas. 

“¿Cómo empezó esto?” Obatalá preguntó los dios.

“Señor Eleggua insultó mi identidad y mi feminidad,” Yemaya explicó. Obatalá lo miró.

“¿Qué tienes decir?” Obatalá demandó.

“Lo siento Yemaya,” Eleggua dijo y inclinó el cabeza.

“Y Yemaya,” Obatalá empezó, “¿qué tienes decir?”
“Lo siento Eleggua,” Yemaya suspiró, no miró Eleggua. 

Después el conflicto terminado, todos los dios fueron a casa.

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